Sevilla 2 R.Madrid 0
El conjunto de Manolo Jiménez quiere seguir montado en el tren de la Liga. No se podían permitir una derrota, y menos, ante un rival directo. Un Real Madrid líder que se plantaba en el terreno de juego con el talante de Roger Federer, pero a su técnico se le olvido un dato fundamental: en el tenis como en el fútbol juegan dos rivales, uno contra otro. Y ayer el Sevilla fue todo un Rafa Nadal. Casta y calidad que arrollaron a un Madrid desquiciado, y bastante marrullero, con la fuerza de un equipo que lo borró de la pista.
El equipo madrileño comenzó la primera parte mandando. Presionaba y dominaba al Sevilla que resistía con la contundencia de Drago, la fe de Dani Alves, la fuerza de Keita y la omnipresencia de Poulsen. Pero el Madrid seguía empeñado en romper el muro sevillista y se olvido de defender, hasta que en una contra sevillista Luis Fabiano avisó de lo que les podían pasar si seguían presionando tan arriba. En esta ocasión salvó Casillas como pudo, pero no siempre te puedes enmendar al mejor portero del mundo al que, por cierto, la suerte le sigue sonriendo.
Pero el partido se fue convirtiendo poco a poco en una guerra sin tregua donde ambos equipos solo pensaban en machacar al rival. Poulsen la tuvo de nuevo, al igual que Robhino que se topó con Drago. La intensidad aumentaba minuto a minuto y en esa locura surgieron los goles sevillistas. El primero fue un trallazo imparable desde casi la frontal de Seydu Keita. El de Mali esperó que el balón bajase para hundir al rival de un zarpazo. Poco o nada, quizás recrear la foto, pudo hacer Casillas ante semejante misil.
Se rompía el partido y el Sevilla aprovechó la ocasión para anotar el segundo tanto. Tras un pase de Dani Alves, Kanouté, con un magistral control, se deshizo de Cannavaro y lanzó a portería. Casillas paró el balón, pero no pudo retenerlo. Así que, Luis Fabiano, quien estuvo más rápido que Metzelder, aprovechó el rechace y marcó el segundo tanto sevillista. El dúo brasileño-malí sigue imparable y suman ya 23 goles, a dos de la mejor delantera de Europa: Klose y Toni.
El Sevilla seguía volviendo loco al Madrid. Entonces, fue cuando Álvarez Izquierdo se convirtió en el protagonista. El árbitro, demasiado merengón, ignoró el clarísimo penalti que Diarra cometió sobre Navas. El jugador madridista, quien estuvo desbordado en todo momento, era la imagen desquiciada del Real Madrid. Torpe y con el beneplácito del colegiado, salió vivo de una jugada que hubiera sentenciado el partido. Pero la impotencia del jugador malí fue a más y agredió al joven canterano Crespo. Le partió el pómulo y lo mandó al Virgen del Rocío, mientras el árbitro le daba toda la impunidad al Madrid y a Diarra. ¡Ay, si ese codazo lo hubiera dado Javi Navarro...! Pero no sería ésta la única baja en la defensa sevillista, ya que la inesperada lesión de Fazio obligó a Jiménez a reconstruir la retaguardia con Mosquera de central y Adriano de lateral.
Tras el descanso, el Sevilla tomó los galones y se convirtió en el protagonista de la película. El conjunto hispalense jugaba y se recreaba. Ni Roger Federer ni nadie podía parar a esta trituradora. Capel desquició a Ramos y éste se fue a la calle, quizás porque el colegiado no tuvo más remedio que expulsar al de Camas tras obviar el penalti y la expulsión de Diarra. Lo pagó Ramos y su equipo se quedo con diez. Entonces, el juego del conjunto hispalense salió en todo su esplendor. El tiki taka del Sevilla dejaba al Madrid en un segundo plano. Se asomaba por Nervión una goleada que no llegó a ratificarse porque los sevillistas perdían el balón en los últimos pases. Querían matar jugando. Pero los goles no llegaron y los merengues se sentían cómodos al ver que el marcador no aumentaba. En medio de este festín nervionense, Raúl recriminó un penalti. La impotencia del capitán madridista reflejaba el mal trago por el que estaban pasando los merengues, asfixiado por un Sevilla que no daba tregua.
De esta forma se consumó el tercer enfrentamiento entre sevillistas y madridista. Los de Nervión ganaron su tercer partido en tres meses y pudieron hacer un set si los de Jiménez hubieran estado más acertado. Pero claro, el árbitro era catalán,… Ésta fue la única diferencia entre Roger Federer y el Real Madrid de Schuster. Y es que el suizo, al contrario que el alemán, sabe perder.