Cuando tres goles no valen para nada

At. Madrid 4

Sevilla 3

Cuando le metes tres goles a tu rival en su campo y encima pierdes, te quedas con la sensación de que has perdido algo más que un partido. Así se sintió la platilla sevillista y un Manolo Jiménez que reconoció estar decepcionado. El Sevilla saltó al campo contagiado por el frío del Manzanares. Los jugadores estaban asentándose cuando el Atlético ya se adelantaba por un gol. Un tanto en fuera de juego que el colegiado no quiso ver. Pero a pesar de que el árbitro no anulase esa jugada ilegal, hay que pegarle un tirón de orejas a un Palop, que todavía no se ha reencontrado en esta temporada, ya que no se le puede escapar el balón de esa forma. Pero si el primer gol fue un error del meta sevillista, el segundo también fue digno de echarle una buena reprimenda. Tras un centro de Luis García, Palop despejó hacia el área de peligro, dándole todo un regalo al Kun Agüero que no perdonó. Inexplicable que un portero con la experiencia del valenciano no hubiera despejado el balón a fuera. Al cancerbero se le ha pegado esa inseguridad de la defensa y está lejos del nivel que hace poco lo convirtió en santo.

Pero antes del segundo tanto del Atlético, Luis Fabiano puso tierra de por medio tras lanzar una falta directa. El brasileño sigue imparable. Luego, el Atlético se adelantó mientras el Sevilla, quien dominaba el partido, veía como se le iba el partido. Pero el fútbol hizo justicia y un remate en propia puerta de Zé Castro, tras un centro de Dani Alves, puso las tablas en el marcador.

En la segunda parte, el partido estaba muy loco. Ambos equipos estaban muy parejos, aunque quizás la escuadra sevillana estaba a un paso por delante de su rival. La batalla residía en el centro del campo y fue cuando surgió el juego sucio de Aguirre, consentido siempre por Menjuto González. El marcador podía romperse en cualquier momento a favor de cualquiera de los dos equipos, y fue Agüero, tras la inoperancia de la endeble defensa sevillista, quien le sirvió en bandeja el 3-2 a Maxi. Aún así el Sevilla no se rindió. Manolo Jiménez movió el banquillo dándole vida a un Duda cuya pasividad mató la banda izquierda, colocando por la derecha a un zurdo cerrado como Diego Capel y sacando del terreno de juego a un Koné que estuvo bastante apagado. Dejó en el campo a un Martí que parecía haber firmado el divorcio con Keita. El maliense tuvo que trabajarse el medio del campo solito: defendía, presionaba, distribuía y salía al ataque sin apenas resistencia. Era imparable y volvió a ser el mejor del partido.

El Sevilla lo intentaba, pero en una contra del Atlético, Simao se fue del Dani Alves y puso el balón en el centro del área. De nuevo, Boulahrouz estaba descolocado y permitió que Jurado rematara un misil imposible para Palop. Era el 4-2 y todavía no había acabado el partido, ya que un fallo defensivo, está vez de los colchoneros, permitieron a un fantástico Luis Fabiano maquillar el marcador.

Perdió el Sevilla. Se aleja de la cabeza de la tabla y cada vez tiene menos margen de error. Por delante, Jiménez tiene unos días para reestructurar un once que flaqueó en el Calderón. La baja de Drago pesó demasiado a una defensa que sigue sin encontrar la pieza clave. Boulahrouz no está al nivel de este Sevilla, Martí se perdió en el centro del campo y se olvidó de descongestionar el medio del campo y de hacerle las coberturas a Dani Alves. Y es que la ausencia de Javi Navarro cada día se nota más. Sólo el serbio pudo hacerlo olvidar, pero una lesión lo mantuvo fuera de la convocatoria. Además, el de Arahal también tendrá que replantearse si darle la alternativa a De Sanctis o seguir apostando por un Palop en horas bajas, como ocurre con Jesús Navas: puede que le haya llegado la hora a Tom De Mul.